¿Tengo que tomar fármacos para tratar la ansiedad?

Ps. Carolina Jaque

Especialista en ansiedad

Los medicamentos en salud mental pueden ser herramientas útiles, pero también pueden generar una incapacidad en el paciente para manejar sus emociones y estados displacenteros. Esto se puede analizar desde distintas perspectivas:

1. Perspectiva neurobiológica y de la psicofarmacología

Los psicofármacos, como los ansiolíticos, antidepresivos y antipsicóticos, regulan neurotransmisores como la serotonina, dopamina y norepinefrina, ayudando a aliviar síntomas de trastornos como la ansiedad y la depresión. Sin embargo, el uso prolongado o exclusivo de medicación puede reducir la neuroplasticidad asociada con la autorregulación emocional, ya que el cerebro se acostumbra a una regulación química externa en lugar de desarrollar estrategias cognitivas y conductuales propias.

2. Perspectiva de la tolerancia a la incomodidad emocional

Desde lo psicológico, entendemos que los intentos de solución que buscan evitar el malestar pueden cronificar el problema. Si un paciente recurre solo a la medicación, puede percibir sus emociones displacenteras como algo que debe eliminarse en lugar de procesarlas y aprender de ellas.
La «intolerancia al malestar» se fortalece cuando el paciente asocia la medicación con la única forma de sentirse bien, debilitando su capacidad de adaptación y afrontamiento.

3. Dependencia psicológica y percepción de incapacidad

Aunque muchos fármacos no generan dependencia química (excepto algunos como las benzodiacepinas), sí pueden generar una dependencia psicológica, donde el paciente cree que no puede funcionar sin ellos.
Esta creencia puede reforzarse en un modelo biomédico reduccionista que ignora el componente psicológico, ambiental y social del malestar emocional.

Conclusión

El sufrimiento emocional es parte del proceso de aprendizaje y adaptación del ser humano. Si se medica cada malestar, se impide que el paciente desarrolle herramientas de afrontamiento activas, como la reestructuración cognitiva, la aceptación del malestar y la exposición controlada a emociones difíciles.

Si bien los medicamentos pueden ser un apoyo en crisis severas o en casos donde los síntomas son incapacitantes, su uso exclusivo o prolongado sin acompañamiento terapéutico puede despojar al paciente de la oportunidad de desarrollar resiliencia emocional. Un enfoque equilibrado incluiría estrategias psicológicas y conductuales que permitan al paciente gestionar su malestar de manera autónoma, en lugar de depender exclusivamente de la farmacología.

No se desestima la importancia de la medicación en ciertos cuadros clínicos, pero es fundamental integrarla con intervenciones terapéuticas que fortalezcan la capacidad del paciente para manejar sus emociones y estados displacenteros.

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